Estos textos dislocados y excéntricos hablan de parajes brumosos y oníricos, de presencias espectrales y del deseo femenino, estos cuentos que parecieran decirnos poco de la realidad de un país todavía en zozobra por las secuelas de la guerra, tal vez sólo pudieran haber sido escritos en una época en que el viejo orden oligárquico y pa - triarcal era puesto a prueba por la contienda, exhibiendo sus grietas. A pesar de los paisajes umbrosos y de la omnipresencia del duelo hay, sin embargo, un componente lúdico y utópico en este libro: en El occiso asoma una nueva realidad, escrita en una lengua para la cual aún no han nacido los lectores, la promesa de un mundo organizado a partir de una sensibilidad distinta y desestabilizadora.
Liliana Colanzi